sábado, 1 de enero de 2011

La Exopolítica como Metarelaciones Internacionales, y los Riesgos del Encuentro Entre los Diferentes


La Exopolítica como Metarelaciones Internacionalesy los Riesgos del Encuentro Entre los Diferentes

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

"Identificados", Revista de Exopolítica.

http://identidadexopolitica.blogspot.com/,

La Tierra; ≂19ºᵩN, 99ºλW sep 09.



La fraternización y comunicación entre la diversidad de los seres humanos –decíamos al terminar el artículo anterior: “El Principio Exopolítico"–, con el reconocimiento entre sus culturas, identificándonos en ellas como seres humanos diversos, valorando en ellas lo que valoramos de nuestra cultura misma, determinará en nuestra conciencia preparándonos para un encuentro con otras civilizaciones diferentes en tanto no-humanas.

Y nos pronunciamos por que estos fueran los principios de nuestras relaciones internacionales humanas, de modo que con ello estaremos preparados para darnos un significado y sentido en un propósito como especie; es decir, darnos una consiguiente conciencia para sí.  Cuando eso sea, y sólo cuando eso sea –decíamos al concluir aquel artículo–, es que estaremos en posibilidad adecuada para salir exitosos como especie humana ante un eventual contacto con otra especie inteligente no-humana; y aquí agregamos: o, en caso contrario, el riesgo pudiera ser devastador.  O dicho al revez, incidamos en nuestras relaciones internacionales que favorezcan, por ahora, esa conciencia en sí.  Ese es el único camino progresivo que tenemos como especie, y condición de necesidad para pasar a ser sujetos cósmicos.

Es en este punto donde podemos entender, entonces, a la Exopolítica como metarelaciones internacionales; esto es, como ámbito en el cual llevamos al límite las relaciones internacionales hasta ahora planteadas, para entenderlas en sus situaciones extremas.

La situación extrema más general que nos podemos plantear, es la de nuestro encuentro como civilización humana (en sí misma diversa, pero formando una unidad en esa diversidad misma en función del principio del alter, el otro distinto, pero reconocido incluso en un momento dado, como el alter ego; esto es, el otro, pero semejante a nosotros), frente a otra civilización no-humana, y por ello, con lo totalmente diferente; y en este caso, entonces, estrictamente con lo que en un galicismo, se denomina como el alien, el otro, pero el otro en el que no nos vemos, con el que no nos identificamos; al que no podemos reconocer como un “otro yo”, sino precisamente como todo lo contrario: justo lo que no somos.
Y ello, exactamente como lo hacemos frente a otras especies animales que identificamos como inferiores en cuanto a la inteligencia.  Pero, ahora, frente a otra especie que es tanto, o más inteligente que la nuestra.

Un ejercicio, en un extremo, es reflexionar sobre lo que ha ocurrido, frente a nosotros, a esas especies no sólo menos inteligentes que la nuestra, sino particularmente, en las cuales no nos reconocemos, sino por el contrario, respecto de las cuales nos distinguimos; y por analogía tratar de entender lo que pudiese ser de nosotros frente a otra civilización superior.  Pero otro ejercicio, en otro extremo menos drástico, es meditar sobre el histórico encuentro entre los propios humanos, pero entre dos culturas en un desarrollo evolutivo distinto y hasta entonces desconocidas entre sí; ese es el caso del encuentro entre el Neandertal y el Cro-Magnon.  O un caso intermedio que podemos tener, es en el encuentro hispano-americano en el siglo XV; no obstante, en ambos casos últimos, donde antes que ver lo diferente, encontramos lo semejante.

De los ejemplos dados entre otros posibles, de la relación Neandertal/Cro-Magnon poco se sabe, sólo muy recientemente se han estado despejando mitos.  Pero de la relación entre españoles y mesoamericanos, no obstante la condición del otro como el susceptible de ser reconocido como el alter ego (lo cual en principio así fue, aun cuando de manera unilateral, reconocidos los españoles incluso como dioses; o sea, como aquellos que –así sea por proyección antropomórfica–, crean a imagen y semejanza), lo bien sabido, es que el encuentro fue devastador, particularmente dada la falta de conciencia de unidad de unos, en relación con la conciencia de unidad de los otros.

Por lo tanto, el ejemplo en el que se presenta más la analogía, es el de nuestra relación con otras especies inferiores en relación con la inteligencia, respecto de lo cual haremos aquí sólo algunas consideraciones.

En el análisis de las relaciones posibles, a nuestro parecer, la más esencial es la relación moral.  Lo primero, es que la especie humana posee esa noción de lo moral; y lo segundo, que, por lo tanto, tiene que discutirse si ellas pueden ser respecto de esa otra especie animal de inteligencia inferior.  Paralelamente, una civilización de inteligencia superior a la nuestra, para empezar, quizá no necesariamente posea una noción de lo moral; y segundo, de poseerla, quedaría analizar: 1) si esa noción moral puede ser respecto de nuestra especie, y, 2) de serlo, cuál sería su norma de costumbre en relación con nosotros (pues una limitación será antropomorfizarla).

Ya respecto de esa posible relación moral, dependería el análisis de otras posibles relaciones: políticas, sociales, económicas, científico-técnicas, o, en general, culturales.  Lo cual analizaremos en otro artículo.

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