sábado, 1 de enero de 2011

El Principio Exopolítico

El Principio Exopolítico

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

"Identificados", Revista de Exopolítica.
http://identidadexopolitica.blogspot.com/,
La Tierra; 19ºɸN, 99ºλW; sep 09.


Sí “la posibilidad de vida en otros astros, fuera de nuestro planeta”, es el principio exobiológico; “la posibilidad de vida inteligente en otros astros fuera de nuestro planeta”, es el principio exopolítico.

Para nuestro propósito, es suficiente incluso, la consideración de la posibilidad teórica, a fin de operar lo que realmente nos interesa de esta propuesta, que es el análisis de lo que como sociedad humana tenemos que hacer en función de ello.

El principio exopolítico enunciado, no obstante, tiene una dificultad cuya discusión nos remite a la coexistencia del Neandertal y el Cro-Magnon; esto es, como hasta hace no mucho así se consideraba, como la coexistencia de dos especies humanas.

Desde el punto de vista filosófico, ello tenía implicaciones de una enorme complejidad en la solución de ese principio exopolítico, pues no sólo resultaba de dicha coexistencia el encuentro de dos inteligencias en nuestro mismo planeta, sino el que la especie humana misma pudiese expresarse en más de una forma; como si cualquier otra especie animal pudiese existir por duplicado (dos o más especies de leones, dos o más especies de elefantes, etc; y no únicamente diferencias raciales en una misma especie, como diferencias étnicas ente la especie humana única).

La única alternativa que teníamos por razones filosóficas, era considerar, de algún modo, en calidad de hipótesis por demás no probada, el origen humano común entre neandertales y cro-magnones; esto es, que en la evolución de los homínidos, ambos estadios de desarrollo, sin que ello fuese nada fuera de lo natural, llegaron a coexistir; hasta que, en ese desarrollo natural, dominó la forma homínide más evolucionada, provocando la extinción de la rama menos evolucionada, ya de manera natural por asimilación en la mezcla, ya por segregación social.

Finalmente, con la aparición del análisis genético a partir del ADN en estos últimos años, esa hipótesis parece estarse comprobando exactamente en el sentido que por razones filosóficas optábamos.  Y así, en consecuencia, la conclusión es que la especie humana es única, evolucionada del Neandertal (homo faber), al Cro-Magnon (homo sapiens), al ser humano actual (homo sapiens sapiens).

En las dificultades en el principio exopolítico, queda aún la hipótesis de la coexistencia de dos o más especies inteligentes; entre ellas, de la especie humana; moviéndose en distintas dimensiones espacio-temporales.



La dimesión espacio-temporal humana: aún en un siglo crucial como es el siglo XXI, el planeta Tierra, el lugar de los seres humanos, está, en una máxima gran regionalización económico-social elaborada en función del PIB de cada país y la producción bruta alimenticia básica, dividido en tres macroregiones.
[Fuente: Hernández Iriberri, Luis Ignacio; Didáctica de la Geografía Económica y Política Mundial; Estudio Nº 1, Geopolítica; en http://espacio-geografico.over-blog.es/]

En este caso, pudiésemos agregar al principio exopolítico, no sólo “la posibilidad de vida inteligente en otros astros fuera de nuestro planeta, sino –en el caso de que esto fuese posible– en dimensiones espacio-temporales diferentes”.  Así, como quiera, ya sea por una distancia física astronómica de dos o más civilizaciones en astros distintos, o bien por una separación espacio-temporal hiperdimensional de las mismas; la especie humana única, multiétnica, que formamos, debe abordar científicamente a través de la Exopolítica, por simples razones filosóficas; fuera de toda metafísica y mística esotérica; su posible relación con otra civilización inteligente, derivando de ello, más que las posibles acciones eventuales ante el hecho –asunto que no es de menor monta–, la reflexión de nuestra condición como especie humana y su propósito.

Y en este punto, para efecto de ambos aspectos, la Exopolítica se convierte en una rama de estudio de la ciencia de las Relaciones Internacionales.  Si como especie humana hemos de enfrentar un encuentro con otra civilización inteligente desconocida, no-humana, incluso muy probablemente con un desarrollo superior o más evolucionado; es del todo evidente que por lo menos se dan dos escenarios posibles con una diversidad de ulteriores variantes. 1) enfrentar la situación como una sociedad humana única, independientemente de nacionalidades o características de Estado; o 2) enfrentar la situación como una sociedad humana en conflicto consigo misma, no sólo por diferencias entre Estados, sino, peor aún, por diferencias entre naciones.  Y la historia de los pueblos americanos en su encuentro con la civilización europea, es muy representativa de ese panorama.

Más grave es aún, porque a pesar de depositar la más elevada ética en esa otra civilización inteligente, una especie humana en esa situación de encuentro y bajo esas condiciones de conflicto consigo misma, a la larga, inevitablemente, tendería a su extinción; sería incapaz de trascender con lo mejor de sí, y por lo tanto declinaría, y andando el tiempo, desaparecería.  Y de ahí el absurdo metafísico, de ver en esa otra civilización no-humana el recurso redentor; estando aún por considerarse si a esa otra civilización no-humana le es aplicable nuestra moral y su teorización ética, por más que ciertos rasgos de posible universalidad los vamos expresados en la conducta de otras especies que llamamos inferiores.  Esto es algo que científicamente, aun tendría que demostrarse.

Como puede verse, no es pues trivial la discusión de este tema, y no tanto por la posibilidad de encuentro con otra civilización inteligente no-humana, como por la necesidad de entender la forma de conducir a la sociedad human misma a la solución de sus diferencias y conflictos; en función de lo otro que le es diferente, y por ese solo hecho le genera un principio de identidad, en este caso de su identidad humana; de su reconocimiento de sí y de su posible propósito.

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