sábado, 1 de enero de 2011

La Evidencia Empírica Objetiva de un Fenómeno Extraño


La Evidencia Empírica Objetiva

de un Fenómeno Extraño

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

"Identificados", Revista de Exopolítica.
http://identidadexopolitica.blogspot.com/;
La Tierra; ≈19ºᵩN, 99ºλW; sep 09.


Alguna vez, hace cuatro o cinco años (en otro artículo ya precisaremos la experiencia y los datos), vivimos una curiosa experiencia ovni, en la tónica de la asociación “ovni”-“nave extraterestre”.  Ello, entre otros factores, como, precisamente, el papel de la Exopolítica, nos llevó a la reflexión de cuáles serían las condiciones para la demostración científica del fenómeno, complejo, pero empírico evidente; y en el proceso, elaboramos una matriz en la que, en las abscisas, graduamos la escala de los implementos tecnológicos de la prueba; y en el eje de las ordenadas, graduamos la escala (ésta, por demás, subjetiva), de la calidad del testigo.

El primer dato interesante que resultó de la observación de dicha matriz, es que, en función de la tecnología, la calidad del testigo se hace inversamente proporcional; al punto en que si existiese la tecnología operando sin la presencia del testigo, aumentaría la objetividad de la prueba; y así fue como en nuestras escalas desapareció, por un lado, el testigo; pero por otro lado, apareció la tecnología de la WebCam trasmitiendo en tiempo real.  La objetividad se presupone descomunal, pero no es absolutamente confiable o suficiente como prueba demostrable (las imágenes, como quiera que sea, pasan por una computadora u ordenador, susceptible de ser humanamente programable), y más aún, en consecuencia, ello nos devolvió a la necesidad de la calidad del testigo; es decir, a la autoridad y seriedad de la fuente de las trasmisiones en tiempo real.  Y con ello, si bien por una parte podemos hablar de una evidencia empírica objetiva de alto grado, también, por otra parte, se esfumó toda expectativa de que la evidencia empírica objetiva por sí sola, fuese suficiente para la demostración científica del fenómeno; y con ello, la ovnilogía como práctica casuística en búsqueda de la prueba empírica suficiente, alcanzó su límite.

La ovnilogía, por sesenta años ya, ha sido una práctica históricamente necesaria en el proceso de investigación de un fenómeno extraño: ha significado, en su casuística, el acopio del material empírico.  Pero la demostración científica del fenómeno tendrá que ser en otra parte, en otra disciplina de conocimientos, de momento no planteada, y que no es necesariamente, como algunos autores lo han querido hacer ver, en la Exopolítica, pretendiéndola hacer pasar equivocada y exclusivamente, por la generalización teórica de la investigación ovni.

El hecho final es que, de fuentes altamente confiables (como lo podría ser la NASA, y la difusión por ésta de videos tomados en las misiones STS en los años dos mil, o por el Instituto Geográfico de Costa Rica en una imagen de levantamiento cartográfico territorial en 1971, o la imagen de satélite de un objeto sobre Venezuela en 1966), existe la evidencia empírica objetiva en su más alto grado.  Luego, el fenómeno existe; qué es..., no se sabe.  En sesenta años de ovnilogía, hoy se sabe exactamente lo mismo que al principio: nada.


Objeto cilíndrico captado espontáneamente en una imagen de satélite sobre el territorio de Venezuela en 1966.


Clásico “Platillo Volador”, captado de manera automática en la toma 300, del levantamiento cartográfico del territorio de Costa Rica, en 1971.


Objeto en tránsito aparente ascendente, próximo a la Estación Espacial Internacional, videograbado desde el Transbordador “Atlantis” en la Misión STS-115, de septiembre de 2006 (entre otros avistamientos en esa misma ocasión).


Sin embargo, a la práctica empírica de la ovnilogía, le ha acompañado de manera natural, el enunciado especulativo, la falsa afirmación al darse sin prueba alguna (siendo la más evidente, la asociación “ovni”-“nave extraterrestre”).  Y de la única fuente de donde se afirman tales cosas, es la intuición, formada por el ensayo-error de un cúmulo de asociaciones de hechos dados con el tiempo.

Debe reconocerse en tales intuiciones especulativas, por lo tanto, una cierta dosis de reflejo de la realidad.  Pero ese no es, ni con mucho, el camino de la ciencia.

Se forman así, en un ámbito no científico, una gran cantidad de interpretaciones, muy interesantes sin duda, pero para la Psicología, la Antropología Social, o la Sociología misma; pues hablan más de una comunidad social que comparte tal interpretación, que del hecho mismo interpretado.  Y así se tienen una gran diversidad de interpretaciones que van desde la perversa “Gran Conspiración”, hasta la de los bondadosos “Seres de Luz”.  Desde las milenaristas interpretaciones bíblicas apocalípticas, hasta las esotéricas interpretaciones proféticas reveladas de las antiguas culturas acerca del futuro de un mundo de amor y paz.  Todo ello rodeado, “como se debe” (o “como Dios manda”), por un profundo misterio inextricable.  Ese es todo el mundo del idealismo filosófico.

Sin embargo, el fenómeno existe, y la posibilidad, en cierto modo, de sus interpretaciones, ahí está, para hacer, con el cuidado que merece, lo mismo seria ciencia-ficción, que formal meta-ciencia.  Ello nos obliga, como por su parte lo hace con el psicólogo, el antropólogo social o el sociólogo; a imaginar escenarios de las relaciones internacionales en función de esas posibles relaciones intercivilizaciones, y a elaborar la teoría para una práctica concreta enteramente racional.

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