sábado, 1 de enero de 2011

El Replanteamiento del Fenómeno OVNI.

El Replanteamiento del Fenómeno OVNI.
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
“Identificados”, Revista de Exopolítica.
http://identidadexopolitica.blogspot.com/;
La Tierra, ≈19ºφN, 99ºλW; 21 feb 11.

Ante el absurdo, se hace necesario el replanteamiento del estudio del fenómeno OVNI.  No sólo porque 60 años después el estado del conocimiento del mismo se mantiene cualitativamente igual (si bien, cuantitativamente las evidencias han aumentado como consecuencia ya de su frecuencia como de la disponibilidad de los medios tecnológicos para su registro), sino porque, de manera esencial, a partir exclusivamente de la evidencia empírica, no será nunca que se demostrará su real existencia; y menos aún, ahora que, hemos visto de artículos anteriores en este Blog, la tecnología, incluso existente de décadas atrás pero que ahora se despliega abiertamente, hace imposible distinguir el “OVNI-Nave Extraterrestre”, del “OVNI-Tecnología Humana”.

Debe entenderse que no se está hablando del abandono en la posibilidad de la inteligencia extraterrestre, sino de la necesidad del tratamiento distinto del problema.  Lo que hasta hoy se ha hecho por todos los investigadores del fenómeno en el acopio de la evidencia, es invaluable: es la prueba empírica; pero ésta no es, ni puede ser, ni con mucho, suficiente para la demostración rigurosa alguna.  En todos los casos, como lo demuestran más de 60 años de historia de investigación del fenómeno desde el caso de Roswell en 1947, habrá siempre la ambigüedad y en ello el contraargumento.

La demostración rigurosa es la demostración científica, y la demostración científica, si bien tiene como condición necesaria la evidencia empírica objetiva, ella sólo es la base para la generalización teórica, que, en el caso de la investigación OVNI, no se ha dado.  Y no se ha dado, no porque el científico no haya intervenido aún, sino por la complejidad del fenómeno en sí.

Y esa complejidad estriba en que –lo hemos dicho antes–, somos objeto de estudio del objeto estudiado.  Basta considerar el hecho a la inversa, enguanto a cómo podría descifrarnos una inteligencia apenas ligeramente inferior a la nuestra, con un nivel de desarrollo semejante a un pensador de la Grecia clásica, o incluso un pensador de la Ilustración en el siglo XVIII, que, elusivos nosotros ante ellos, no obstante nos estuviesen estudiando.  Con toda su facultad de raciocinio observarían las regularidades en nuestro comportamiento, nos dibujarían, darían los testimonios que fuesen; podrían tener de nosotros su propio “Roswell”, y si el caso se manejara de manera similar, en el secreto, en la ambigüedad, el resultado sería el mismo; y sólo por un acto de fe, sería así, creíble, todo lo dicho por sus investigadores en cuanto a nosotros.  El problema sería el que lo demostraran científicamente.  Entonces requerirían de algo esencial: la manipulación a voluntad, es decir, no de manera casual, sino repetitiva de manera predeterminada en otros casos, de la evidencia empírica.  ¿Cómo lo podrían lograr?; la conclusión es tajante: únicamente entrando en contacto con nosotros, y acordando mutuamente el experimento repetitivo.  Y, en este caso, una cosa se hace evidente, para cuando ello sucediese, tal experimento resultaría innecesario; acaso sólo para el consumo de la demostración por las grandes masas.

Luego entonces, el problema necesita replantearse, y, a nuestro parecer, en la tesis expresada en un juicio categórico universal afirmativo, del que se derive una hipótesis, que vaya más allá de mera evidencia empírica objetiva a operar sólo como valioso antecedente.

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