domingo, 3 de abril de 2011

Protocolo Exopolítico (3/)

Protocolo Exopolítico (3/)
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
“Identificados”, Revista de Exopolítica.
http://identidadexopolitica.blogspot.com/
La Tierra; 1 (φN, λW); 04 abr 11.

Ya en nuestro articulo, “La Teoría del Humanismo Ante la Exopolítica”, decíamos que, a este problema se le han dado dos soluciones generales posibles: 1) la metafísica, mística o esotérica, que postula que tales seres no-humanos son, de hecho, seres divinos, y la humanidad encontrará en ellos su propia salvación; y, 2) la humanista, que por su parte postula que, independientemente del superior desarrollo científico-técnico que esa otra civilización no-humana pudiera tener, reflejo del desarrollo de su inteligencia, el ser humano ha de estar frente a ellos con la mayor dignidad de sí y para sí, ante ese otro ser.

El encuentro no ha de ser, pues, el de un cuerpo humano envilecido cuya alma necesita ser redimida por los dioses; sino el del ser humano-Dios, frente a dichos dioses.

Para el metafísico ello suena a una gran blasfemia que ofende a los dioses mereciendo la reprobación de éstos; y en consecuencia, aquellos que lo hagan seguramente no serán “elegidos” (no irán al infierno, simplemente serán dejados en esta misma dimensión en la Tierra).  Para esta corriente metafísica, el ser humano se hará un ser cósmico, en la medida en que éste sea salvo en una nueva dimensión (concepto que suple al de “Reino de los Cielos”).

Para el humanista, como sociedad humana, no cabe humillación ni sumisión alguna ni ante nada ni ante nadie, que quiebre su integridad y dignidad, sin importar que su existencia misma le vaya en juego.

Bajo tales condiciones, para el planteamiento metafísico, el encuentro de la civilización humana con otra civilización diferente a la que deifica, bien puede ocurrir de manera individual, o a lo más, por pequeños grupos religiosos, esotéricos o místicos.  Ello es exclusivamente asunto de tributar su pleitecía a un ser que reconoce como superior, y dejarse llevar a un mundo de paz y bienaventuranza.  Por el contrario, para el humanista, el encuentro con otra civilización diferente a la nuestra, presupone, para hacerlo en las mejores condiciones, no sólo la identidad del ser humano consigo mismo; esto es, abolir en su propia sociedad toda diferencia; sino el fijarse un propósito trascendente como humanidad.  Quizá ello no ocurra antes del encuentro mismo, pero sin duda, el mismo operará, e involuntariamente, como detonante de esa conciencia de sí, y dará lugar al proceso de su toma de conciencia para sí.  Mientras que para el planteamiento metafísico es “dejarse llevar”; para el planteamiento humanista, se enfrenta, así, uno de los más serios y complejos problemas al que se haya enfrentado la humanidad en toda su existencia.

Para el planteamiento humanista, la posibilidad de este encuentro tiene como condición primera de toda condición, precisamente, la conciencia de esta discusión; de donde se sigue, entonces, que la Exopolítica ha de ser una condición de necesidad para garantizar las mejores posibilidades de encuentro (tanto más complejo éste, cuanto más dividida esté la humanidad en cualesquiera de sus aspectos, económicos, sociales, étnicos, políticos, o morales).

Un símil del encuentro con otra civilización no-humana, es el hallazgo de la “Lámpara de Aladino”, en nuestra condición humana estará el cómo beneficiarnos, en lo particular, de ello; y he ahí el enorme peligro.

En consecuencia, con toda la provisión que el inicio del tratamiento este tópico implica, y por lo cual en mucho habrá de irse ampliando, corrigiéndose y precisando, los puntos más generales y esenciales a considerar en el Protocolo de Encuentro con otra civilización no-humana, son:


1 El ser humano ha de plantarse ante otra civilización no-humana (independientemente de cuales sean las diferencias en desarrollo), con la mayor dignidad de sí y para sí, ante ese otro ser.
2 El encuentro ha de ser, en todo momento y circunstancia, concebido como de toda la humanidad en su conjunto, prescindiendo de todas sus desigualdades y diferencias internas, en principio, ante otra civilización no-humana en su conjunto.
3 El encuentro ha de suponer como condición primera en la relación (independientemente de las desigualdades en desarrollo entre ambas civilizaciones), la igualdad de trato mutuo.
4 Si nuestro arribo es a otro planeta habitado por una civilización con menor desarrollo que el nuestro, deberemos ofrecer pruebas bastantes y suficientes, esencialmente de carácter moral y no de conveniencia, de nuestra no-hostilidad; inversamente, ello ha de ser una exigencia a cualesquier otras civilizaciones en contacto con nosotros.
5 Dada y manifiesta la elevada condición moral, y sólo dada y manifiesta la elevada condición moral, habrá de darse continuidad a la relación intercivilizaciones; en caso contrario, tendrá que negociarse a conveniencia, hasta un límite preciso que involucre el propio sacrificio de la especie humana, o por lo menos parte de ella en conciencia propia, como condición histórica.  En el entendido filosófico esencial, de que los seres que queden, serán apenas por su apariencia, un vago recuerdo de lo que alguna vez hubiese sido la especie humana, pero por su contenido, la pérdida de esta condición en un “mestizaje” posiblemente no sólo biológico, sino esencialmente de pensamiento, propio a un ser inferior destinado a la subordinación y a disponerse de él.
6 Una vez dada y manifiesta la elevada condición moral del otro, del alter o alien, éste no habrá de intervenir, ni motu propio, ni mucho menos por determinación humana, tomando parte en los diferendos internos, económicos, sociales, políticos, ideológicos o bélicos.
7 Todo intercambio tecnológico será, y sólo será, en la medida que impacte de manera directa e inmediata en el beneficio social, como en la producción alimenticia, en la salud, o en el mejoramiento ambiental.
8 Ningún ser humano será tomado y trasladado, ni con nuestro consentimiento humano, y mucho menos contra su voluntad.  Una embajada posible, será, y sólo será, cuando la sociedad humana haya puesto orden a sus diferendos y se reorganice como un todo único ante las nuevas condiciones.
9 En las condiciones sociales humanas actuales, principios del siglo XXI, el depositario formal de este Protocolo de Encuentro, habrá de ser un Comité Colegiado Civil extenso, sin jerarquías ni representatividad de tendencias políticas, ni de instituciones u organismos políticos internacionales; y en absoluta igualdad de condiciones entre sus miembros, integrado por reconocidos personajes en los diversos campos de la cultura humana sin exclusión alguna, en lo intelectivo, lo ético y lo estético: de la ciencia exacta, de la filosofía en sus diversos sistemas teóricos, de las religiones, y de las diversas manifestaciones del arte; en cuyo seno podrá designarse, para efectos prácticos, la restricción de la representatividad.
10 De enfrentarse una civilización hostil, y sólo en este caso, El Comité Colegiado se ampliará y jerarquizará, integrándose política y militarmente.
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