sábado, 1 de enero de 2011

Un Problema Ciertamente Importante, como para Considerarlo en su Justa Dimensión.


Un Problema Ciertamente Importante, como para Considerarlo en su Justa Dimensión.
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
“Identificados”, Revista de Exopolítica.
http://identidadexopolitica.blogspot.com/
La Tierra, ≈19ºφN, 99ºλW, 3 ene 11.

“Noticia: Tres objetos gigantescos se aproximan a la Tierra…”.  Falso: 1) no es posible saber, dada la pura evidencia disponible, que se muevan; y 2) no es posible saber su tamaño, si no se sabe la distancia hasta ellos.

“Noticia: Un investigador de SETI afirmó que arribarán a la Tierra para diciembre de 2012…”.  Falso: 1) se desconoce su posible movimiento, y 2) tal investigador no existe, el SETI no lo reconoce entre su personal.  Lo extraño del asunto, es que quien originalmente “filtró” esta información, aderezó la nota con estos datos vinculados a lo mágico-esotérico del “2012”.

“Noticia: Tres objetos extraños se encuentran directamente sobre la Antártica…”.  Cierto, son observables en las imágenes del Telescopio Hobble por www.skay.map.org (por lo menos, hasta diciembre de 2010).

Conocemos las coordenadas celestes de dichos objetos (al momento de la toma original por el Telescopio Hubble: AR 19h 25m 12s, δ -89º46’03” objeto de forma irregular; AR 16h 19m 35s, δ -88º43’10” objeto prismático; y AR 02h 26m 39s, δ –89º 43’ 13” objeto en forma anular); en general, directamente sobre el Polo Sur; pero desconocemos los datos precisos de la fecha en que fue tomada la imagen y la posición del Telescopio en el momento de la misma, e incluso si existe una secuencia de imágenes de modo que pueda ser observable un desplazamiento; datos sin los cuales no es posible saber ni siquiera la distancia a la que están.

No obstante, intentando un cálculo elemental de su posible distancia, daremos con ello una idea de su situación.

El Telescopio Espacial Hubble fue puesto en órbita en 1990, a 600 km de la superficie terrestre, en un radio al centro de la Tierra, redondeando, de casi 7,000 km, completando cada órbita polar en 97 minutos.


El Telescopio Espacial Hubble en Órbita
[Fuente: NASA]

Apoyándonos en la imagen anterior, cuando el Telescopio navega sobre el hemisferio norte de la Tierra, no puede observar el cielo del hemisferio sur sino hasta aproximarse al ecuador terrestre.  En ese punto, la visual del Telescopio a los objetos en la Constelación de Octante, formaría un triángulo rectángulo con el eje de rotación de la Tierra, que apunta directamente a dichos objetos.  En consecuencia, bastaría conocer el ángulo con que fue tomada la imagen desde la órbita del Telescopio, para obtener la distancia.

En términos generales, ese ángulo sólo podría ser entre 0º y 90º (entre el ecuador y el Polo Sur), dependiendo de la posición orbital del Telescopio.  Si imaginamos el caso ideal de que en el momento de la toma de la imagen dicha posición haya sido cuando el Telescopio se aproximaba al ecuador, de modo que los objetos son observados con la visual tangente al punto de apenas a 1º de latitud sur, el ángulo complementario sería de 89º, y por la tangente de éste, la distancia a los objetos equivaldría casi 365,000 km (esto es, tanto como casi la distancia a la Luna, que es de 384,000 km).

De manera semejante, si la toma fue cuando el Hubble estaba sobre la Antártica a 89º de latitud sur, el ángulo complementario sería de 1º, y nuevamente, por la tangente de éste, la distancia sería ahora de poco más de 120 km (la Estación Espacial Internacional, a 340 km, estaría tres veces más lejana).

Esos son, por decirlo así, los valores extremos de la distancia a que los objetos de Octante pueden estar.  Parece ser evidente que se ubican más allá de la órbita de la Estación Espacial, pero si a su vez su tamaño no ha de ser más descomunal de lo que ya parece ser, bien podrían estar a unos 100 mil km de distancia (más o menos en el equivalente a un cuarto del camino a la Luna; sólo que unos 90º en otra dirección).

Estos objetos deben estar, de hecho, en el espacio terrestre, pero cabe la posibilidad de que sean descomunalmente enormes y el efecto sea aparente, aun cuando esta posibilidad la descartamos, dado que no se anteponen a ello otros elementos de referencia.  Si observásemos, por ejemplo, un objeto al que se le interpone una estrella cuya distancia se ha calculado en 1000 años-luz, no dudaremos en afirmar que tal objeto estará, por lo tanto, mucho más lejano, y cuanto más nítido se observe, será de mucho mayor tamaño.

No obstante, los objetos de Octante, en particular el prismático cuya naturaleza se evidencia artificial, debe ser de tal tamaño, que bien, en el supuesto de su naturaleza inteligente, en calidad de nave espacial de alguna civilización en términos generales semejante a la nuestra, pudiera albergar en el interior de los cuatro cuerpos que le forman, otras tantas ciudades con varios millones de habitantes.

En la “ciencia-ficción sospechosa”, suena a una civilización migrante, y en el seguimiento de la fantasiosa idea, en búsqueda de un planeta para desarrollarse; y de ser así, los humanos podríamos empezar a estar en problemas ya no sólo como una cultura, sino como especie misma.  A menos que…; y aquí ya las variables comienzan a ser muchas y difícilmente manejables.

La condición humana, como, en principio la de cualquier otro ser, es la de la libertad.  Pero, ciertamente, especies inferiores cuya inteligencia no ha desarrollado una capacidad tecnológica, en poco o nada distinguirían su cautiverio en un zoológico abierto, de su libertad en un hábitat natural.  Sin embargo, el ser humano, consciente de su propia condición, no puede sino ser libre.  Dicho de otra manera, la humanización del ser humano, el que el ser humano sea un ser humano real, tiene como condición necesaria la independencia y la libertad.  O expuesto en sentido negativo: socialmente, el ser humano no puede entenderse como ser humano, en la sumisión, en la entrega de su voluntad al otro, en rendirse en la pleitesía y la humillación.  Y en la medida que esto se entienda, ello es la medida en la comprensión de la magnitud del problema.  Darse socialmente en esclavitud a un ser superior, sea en inteligencia y desarrollo científico-técnico, o en dominio político, a la larga, acabaría provocando la extinción de esa sociedad y de su especie biológica.

No obstante, cierto es, en esa entrega pudiera ir contenido el sentimiento genuino de amor al otro al que incluso se puede deificar; y ello será válido, en la medida, y sólo en la medida, de la correspondencia en ello mismo por el otro.  He aquí, la esencia de la exopolítica.

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