sábado, 9 de abril de 2011

Y el "Día Histórico", se Transformó en "Momento Histórico".


Al Comité “México en Emergencia”, a los Mexicanos.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.

Previo al 6 de abril escribíamos, en una consideración general en donde México era una vaga parte, sobre: 1) La “Terapia del Shock”, y 2) La nueva guerra de ciencia-ficción que tiene algunos serios indicios en los acontecimientos de Japón, asociado a, 3) La guerra por la apertura a las nuevas energías.

El mundo convulsionado, incluido México, pero en donde la sociedad aquí, permanecía como ausente, como ajena a toda agitación, hasta que un poeta, agredido en lo más profundo, dijo: ¡Basta!...

Sólo un poeta, sólo aquel que domina el idioma y da el peso exacto a las palabras para decir lo que quiere, podía decir, por todos: “¡Estamos Hasta la Madre”!, convocó a la sociedad, y, efectivamente, en esa condición, la sociedad toda respondió al llamado haciendo del día miércoles 6 de abril de 2011, un día histórico.

E, insospechadamente, ese día fue histórico, no tanto por la solidaria manifestación social nacional, como por lo que con todo ello se potenciaba.  La sociedad entendió de inmediato que de lo que se trata ya, sin más trámite, es de la renuncia de todo el gobierno en su conjunto como única posibilidad real para encausar una solución.  Y entonces, el día histórico, se transformó, impensadamente, en momento histórico; uno de los momentos históricos cruciales en la vida de esta sociedad, que difícilmente se volverá a presentar, ofreciendo el impulso de cambio drástico y necesario.

Y, al desencadenamiento de los acontecimientos, nuestros escritos, de pronto, se focalizaron aquí, y no podía ser de otra manera; y entonces escribimos ya desde el mismo día 5 de abril, en nuestra mínima responsabilidad como intelectual, dirigiéndonos al Comité “México en Emergencia”, exponiendo la necesidad de hacer manifiesto un Programa de cambio puntualizado en las siguientes demandas:

1  La renuncia inmediata e incondicional de todo el gobierno   actual de la República, desde el Presidente, hasta el último funcionario.
2  El cambio de modelo económico, tal que éste genere empleos productivos.
3  Generación inmediata y amplia de empleos productivos.
4  Vuelta a la educación pública amplia, en todos sus niveles educativos.
5  Salario mínimo al funcionario público, sin bonificaciones especiales.

La situación, hemos dicho un escrito antes, es una daga política, tiene dos filos: 1) el gobierno actual, por razones no más que mercadotécnicas para legitimarse luego de su arribo fraudulento al poder, creyendo en que la “Guerra al Narcotráfico” era tanto como un paseo de "Boy Scouts", dispuso la maquinaria del Estado para ello..., y se quedó atrapado en ella; por simples razones de Estado, ya no puede dar marcha atrás (pero he aquí, que  quizás acaso sólo disfrazado y justificado con un cambio de quien instruyó inicialmente la orden).  Pero, 2) el gobierno actual, profundamente conservador, no puede tener en su naturaleza más que lo que históricamente ha sido y será siempre: aquello que está contra la historia, e historia a la que le sale al paso con golpes de Estado.  Hoy, en la práctica, vivimos en México un régimen de golpe de Estado diferido, que se viene dosificando y preparando para operar como tal más fácilmente en su momento.  Y todo cuanto vemos, no es pues, en ese otro filo, sino maquinado terrorismo de Estado.

Lo que aún no parece hacerse consciente –es necesario reiterarlo por la importancia descomunal de las cosas–, es que, lo que está en juego, es infinitamente algo más esencial y trascendente: un verdadero cambio en el país, y por la vía pacífica (de no darse resistencia a la renuncia que el pueblo demanda en un consenso nacional, y hace tiempo anticipada en el “Si no pueden, renuncien!”).

Para nadie es extraño el que el proceso electoral de 2012 sólo augura conflicto, el silencio es sólo un mudo y absurdo deseo oculto e infundado de que así no sea.  La solución, desde ahora, es un cambio drástico: la nominación de un gobierno provisional; o, enfrentar la tragedia previsible ante ese conflicto electoral, ya en forma de la guerra civil (que no por nada “estamos hasta la madre”, y más aún, qué otra alternativa tengo yo; y como yo muchos millones más aquí o emigrando, sin ingresos económicos; y ante lo que, como lo más deseable, sea el morir dignamente luchando por el futro de esos otros millones de jóvenes ofendidos como “ninis”, cuando el “nini” es el Estado que ni genera empleo, ni ofrece educción pública, ni garantiza la paz social, ni revierte la corrupción, ni para la crisis, ni se asume como Estado al servicio de la sociedad, ni nada de nada…); o, como otra forma de la misma tragedia, agónica y vergonzosa, en la “paz social” dada en el autoengaño colectivo, sin real cambio alguno ni la posibilidad real de ello, con el costo de una inconmensurable vergüenza y desmoralización social histórica, que a no mucho, será tanto más o peor, que la misma guerra civil.  Es el momento, mexicanos, de una decisión histórica; de cuando en cuando la sociedad tiene que tomar esas decisiones, que, o se toma ahora, con entereza y sin temores, y se procesa con todas sus implicaciones como una oportunidad dorada única; o medrosos y timoratos la dejamos pasar, “confiando” en que “las cosas mejorarán”, para arribar a mediados del 2012, en donde ya no habrá más, necesariamente, que la tragedia, en dos variantes posibles que, en nuestra opinión, la movilización social actual nos está enseñando, y advirtiendo.

¡La renuncia ya, en el acto, y luego averiguamos!

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