jueves, 17 de marzo de 2011

Fuese Así o No, las Consecuencias, Todas, Señalan (3/3).

Fuese Así o No, las Consecuencias, Todas, Señalan (3/3).
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
“Identificados”, Revista de Exopolítica
http://identidadexopolitica.blogspot.com/
La Tierra; l (φN, λW); 24 mar 11.

Para estas páginas de política, geopolítica, y exopolítica, todo ello en una “ciencia-ficción sospechosa”, en el caso de la situación de Japón, decíamos, sólo hay intereses político-económicos, deliberadamente creados, a partir de un golpe inducido de una onda armónica de alta frecuencia (HAA); de donde hemos establecido una posible hipótesis, por la cual, sería ahora Japón, como tras la II Guerra Mundial, convertida en la vía de desahogo de la sobreproducción y de las nuevas inversiones de capital.

Y agregábamos el hecho de que, por lo demás, esta versión hipotética no se contrapone, sino más aún, se complementa, con algo más esencial que a nuestro juicio está ocurriendo en el fondo, y que involucra a Italia.  Hablemos entonces ahora, de eso que está en el fondo, y la manera como involucra a Italia.

Para la satisfacción de los geopolíticos burgueses, lo que está en el fondo, es el petróleo…, pero, para su frustración, como el no-petróleo; el petróleo en su negación, que es equivalente a una causa más esencial: el automóvil de energía eléctrica, y con él, la liberación a las fuentes alternativas de energía, hasta llegar a las múltiples formas de obtención de energía libre.  Es decir, lo que está en el fondo, es el fin del capitalismo (digámoslo por el momento, con más moderación, por lo menos, el fin del capitalismo fundado en el petróleo).  ¿Y ahora se entiende el por qué de la magnitud de los acontecimientos?

Japón e Italia, traducidos como intereses de capitales, están siendo: Nissan, y Renault.  Este año pusieron en el mercado un par de automóviles totalmente eléctricos, con un rendimiento semejante al de los automóviles de combustión de gasolina…, y semejantes en precio a éstos; pero en precio de compra, porque en precio de mantenimiento, los superan por mucho.

Significan un hecho notable, verdaderamente revolucionario: ¿se ve la propaganda comercial de ello, proporcional a la trascendencia revolucionaria del salto tecnológico?: creemos que no.  Las presiones deben ser muchas.

Las consecuencias, por lo menos aquí de pronto cuatro de ellas de las más esenciales, conforme a lo que se esperaría de un acto así en esa lógica geopolítica, han sido: 1) Caída de la Bolsa de Valores (que está implicando “inyección de fondos” = préstamos); 2) Caída de los precios del petróleo (quizá el factor más importante, pues vuelve a hacer rentable el consumo del mismo); 3) Paralización de las plantas productoras de automóviles, que en México, como Plantas Armadoras, a su vez, se han detenido a falta de refacciones (y si esos automóviles, en sus últimos modelos, son, como evidentemente así es, eléctricos, el golpe, entonces, ha sido maestro; pero se hace inevitable voltear a ver de reojo a Italia); y, 4) destrucción del 20% de las Plantas de Energía Nuclear, esenciales en un país que carece de petróleo, y con ello, forzamiento indirecto a una aparente vuelta a ello (en el fondo parece haber incluso algo más, por información circulante en la Internet: la famosa Planta de Fukushima, la más dañada, operaba procesando plutonio; algo así como “la pólvora” de las bombas atómicas).

Pero de ser así, para esa lógica geopolítica imperialista, habrá habido, no obstante, un aspecto negativo: para la humanidad habrá quedado claro qué (la industria del petróleo), y quién (la más alta burguesía del capital imperialista monopólico internacional), obstruyen el progreso de la humanidad misma.

Como quiera que sea, ya sea que fuese un fenómeno natural o bien verdaderamente los efectos de la acción dirigida de una onda armónica de alta frecuencia, las consecuencias son, todas, coincidentes con lo que se buscaría geopolíticamente con el hecho.  De ser así, sería, sin duda, el acto geopolítico más descomunal de toda la historia de la humanidad, por lo demás, inmerso en el terrorismo de Estado psicópata, paradójicamente, posible de creerse, pero ya inaceptable.

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