lunes, 21 de marzo de 2011

Historia Sucinta de la Ovnilogía en México (1/).

Historia Sucinta de la Ovnilogía en México (1/).
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
“Identificados”, Revista de Exopolítica.
http://identidadexopolitica.blogspot.com/
La Tierra; 1 (φN, λW); 21 mar 11.

Desde siempre nosotros hemos tenido relación con el fenómeno “OVNI”, es decir, que, desde que recordamos, ya veíamos “estrellitas erráticas volando” en el despejado cielo vespertino de la Ciudad de México.  Sólo que, en un principio, ello no nos significaba nada, simplemente no sabíamos qué era, como no sabíamos que unas eran estrellas y otros planetas, porque simplemente ello no estaba en el centro de nuestro conocimiento; pero luego, eso de andar “viendo estrellitas que dan vueltas”, o no es algo para andarse diciendo, o cuando se dice (hay del que lo dice), de cualquier manera nadie lo cree.

Así se fueron los años cincuenta y sesenta, y para los años setenta, las únicas estrellas en el Universo portaban aretes y minifaldas; y entre nuestros estudios, primeros años de desarrollo profesional, y adar perdido entre esas peculiares estrellas, de pronto, para los ochenta, ya estaba atrapado, totalmente “abducido”, por una de ellas; y tuvo que ser hasta principios de los noventa, para que, al calor del lío armado socialmente con la “nueva oleada OVNI”, nos fueramos involucrando, poco a poco e impensadamente.  Acaso no lo hicimos más hasta el punto de omitirlo, por el acoso de la crisis económica de 1994-1995.

Pero todo empezó a dar un giro con la primera década de los dosmil.  Empezamos a hacer un seguimiento, aun cuando no sistemático, de la información al respecto; hasta que volvieron nuestras experiencias personales directas; lo que ya nos indujo, más decididamente, a empezar a sistematizar datos y documentos aprovechando la Internet; y uno de ellos, fue un documento del autor Hector Escobar, “Breve Historia de la Ufología Mexicana”, (en: www.patillasdesimov.com; 3 de abril de 2007), en el cual inicia la narrativa a partir de los años setenta.

Ubica para el primer lustro de esta década, un primer período que caracteriza como el <<Período de “Contactados”>>, evidentemente, en esencia, místico-esotérico.  Luego, para el segundo lustro de los años setenta, ya lo caracteriza como el <<Período de Publicaciones, Congresos y Conferencias>>, ciertamente, de una actividad muy profusa en esos aspectos como lo hace constar por los ricos e interesantes datos históricos que aporta, y que con nuestro reconocimiento a los investigadores de ese entonces, reproducimos: y así, en 1975, se tiene del investigador Ariel Rosales, la Revista, “Contactos Extraterrestres en México” (1975-1982, 145 números); con la llmada “3ª Generación de Ovnílogos” (aun cuando no queda claro, entonces, cuáles serían la 1ª y 2ª generaciones, que no se mencionan como tales, y cabría suponer que se referiría a la 1ª como la de los “contactados”, y la 2ª básicamente, quizá, en la persona de Pedro Ferriz, Santiago García, y Luis Rey); meniconándose en esta 3ª generación a: Pablo Latapí, Héctor Chavaría, Fernando Téllez, Ariel y Fausto Rosales, Mauricio Schwarz, Luis Ruiz Noguez y Héctor Escobar.  Período en el cual, también se publican los libros: “Un Mundo Nos Vigila”, de Pedro Ferríz, y “Los OVNI en México”, de Santiago García.

Un cierto común denominador entre todos ellos, es la participación en el ámbito de los medios de comunicación, lo que, a nuestro juicio, caracteriza a esta etapa de la investigación del fenómeno OVNI, como de la “Investigación Periodística OVNI”, misma que tiene su singularidad, y no es propiamente identificable por entero con la investigación científica, por decirlo así, académica.

Pero el intenso trabajo de esta investigación en la primera parte de los años setenta, dio lugar a lo que caracterizó propiamente la segunda parte: la organización, con la dirección de Guillermo Bravo, del I Congreso Internacional OVNI, Acapulco, Gro; abril, 1977, contando con la presencia de: Hynek, Spaulding, Kevizcky, Frexeido, Carlos Paz, y Erich Von Däniken.

Aquí, en este significativo año de 1977, se da un salto cualitativo históricamente notable, pues el significado de los congresos es no sólo reunir a los investigadores más notables (y ciertamente, como se puede ver, ellos estuvieron ahí) y discutir el fenómeno metódica y sistemáticamente, sino establecer un punto de referencia a partir del cual ir evaluando los avances.

En ese mismo año, Escobar menciona los aportes de Guadalupe Rivera (hija de Digo Rivera), quien sostiene que el “Calendario Azteca” es en realidad la representación de una nave extraterrestre; de la Revista: “Cosmos 2000, del Hombre al Superhombre” (3 números), de Ortiz de la Huerta, Carlos y contactados; y la Revista: “Afirmaciones Extraterrestres” (II Época, 18 números), de Víctor Quezada, Alba Vázquez, y Antonio (mencionado como brujo).  Es decir, de un momento en el cual se mezclan las importantes investigaciones periodísticas empíricas objetivas e intentos de investigación teórica objetiva, con publicacioes de corte místico-esotérico.

Como puede apreciarse, 1977 fue un año muy rico y productvo en el tratamiento del fenómeno OVNI, particularmente en cuanto intentar formalizar su investigación.  El año siguiente, Hector Escobar destaca la relativamente abundante producción de publicaciones, como las revistas: “Oculto” (32 números, continuada en una segunda época como OVNI), de Zitha Rodríguez, y Raúl Duarte; la revista,“Pirámide”; la revista “Enigma”; y la revista, “Lo Insólito”; organizándose el “Encuentro OVNI 78”, por el grupo de la revista, “Contacto Extraterrestre”.  Todas estas publicaciones dieron lugar, necesriamente, a la formación de grupos de aficionados, observadores e investigadores; e incluso, ese fe el año de la famosa película: “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo”, de Spielberg.

Terminó la década con ese intento de sistematización y evaluación de avances con el “Encuentro OVNI 79”, organizado nuevamente por el grupo de la revista “Contactos Extraterrestres”; pero, de acuerdo con los datos dados por el autor Hector Escobar, en los cuales nos hemos apoyado para volver a comentar esta historia, toda la exhuberancia del bienio 1977-1978, se redujo a que en el lapso de los tres años siguientes,1979-1981, a que sólo hubiese el “Encuentro de 1979”, y los trabajos de Pedro Ferriz acerca de Edward Meier.

Si los Congresos y los Encuentros, decíamos, aparte de otros muchas cosas, son para dar un seguimiento y evaluación de avances, no puede mas que concluirse, que los años setenta, en consonancia con la intensa y seria investigación, arrojó como resultado un saldo negativo acerca del fenómeno OVNI.

Así, para la década de los años ochenta, como la mayoría de los investigadores de la época narran, se había caído en una especie de “hartazgo del fenómeno”, para el cual, por más seriedad y empeño que se pusiese en la investigación, particularmente en el estilo de la investigación periodística de campo, el fenómeno, en cuanto a su verificación misma, se hacía total y absolutamente inasible.  Esto provocó la decepción y el el abandono de buena parte de aquella generación de estudiosos de este peculiar, y por demás, asaz fenómeno, provocándose una marcada división entre fideístas, nihilistas, escepticistas, partidarios y detractores, que lo único que tenían en común, era el fenómeno OVNI, ya afirmado por creencia en él, ya negado al carecerse de pruebas demostrativas suficientes; o por lo menos, aceptando su posibilidad lógica, pero puesto en duda.  Hasta que llegaron los años noventa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario