jueves, 24 de marzo de 2011

Historia Sucinta de la Ovnilogía en México (2/).


Historia Sucinta de la Ovnilogía en México (2/).
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
“Identificados”, Revista de Exopolítica.
http://identidadexopolitica.blogspot.com/
La Tierra; 1 (φN, λW); 24 mar 11.

En el año 1991, tuvo lugar el eclipse total de Sol, cuya trayectoria cruzó el territorio de México; y en ese día que de pronto se hizo de noche, no sólo se vieron los planetas y las estrellas…, sino los ovnis.  El hecho comenzó a comentarse mucho por el periodista e investigador Jaime Maussan, y allí comenzó una nueva etapa; quizá la correspondiente, siguiendo a Hector Escobar, a la 4ª genereación de investigadores.

Entre ese año y particularmente 1992, tuvieron lugar avistamientos ya descomunales, de alguno de los cuales, incluso, fuimos testigos presenciales.  Un compañero de trabajo, radicado en Panotla, Tlaxcala, nos contó el hecho de que en su pueblo estaba ocurriendo un fenómeno, que así como nos lo contaba, no era para nada creíble, de nos ser él el que nos lo narraba, y de invitarnos a pasar una noche en su casa para presenciarlo.  Es para botarse de la risa, pero es verdad; alguna vez en una entrevista radiofónica escuché, no recuerdo a qué investigador, al parecer en Ecuador o el Perú, que comentaba el hecho de que, mientras que en Estados Unidos el fenómeno causa temor, o en Europa se calla, en América Latina la población llama a las autoridades avisando de la presencia de “objetos extraños”, no por lo objetos en sí, sino porque <<los condenados armatostes voladores esos, vuelan tan bajo, que perturban a sus animales>>.  Bien, pues en esta región de Tlaxcala, en ese año 1992, ese hecho exactamente era el que se estaba dando, tan moléstamente para la población, que ésta decidió hacer sonar el campanario para avisar de la presencia de estos objetos voladores…, y todos (y se vale reirse, porque será inevitable), salieran con petardos y cohetones a espantarlos; como dice el maestro Tomás Mojarro: ¡México!

Y lo más interesante del asunto, es que, en cierto modo, “lo consiguieron”, pues los “condenados ovnis”, por lo menos, ya no volvieron a volar tan bajo.  Y yo escucharía a cualquier lector, decir aquí: <<¡ah, no es cierto!>>, pero visítese cualquiera de los poblados de la zona, en particular Panotla, y cualquiera le narrará la historia.  Pero entonces, todas las noches después de las 23:00 h, un OVNI en forma de una intensa luz esférica, aparecía hacia el norte del Valle de Tlaxcala, y ciertamente, a la velocidad de un avíón comercial, en un recorrido de unos tres a cuatro minutos, hacía una traectoria de descenso norte-sur, y al final de la misma, cesaba su luminosidad, hacía un giro tal cual un avión previo a aterrizar (paneo), y entonces se veía un disco enorme, tan impresionante por su tamaño –y esto nos lo advirtieron– que daba la apariencia de venirse encima; pero se posaba en un lugar, a decir de lo lugareños, lejano, frente al sitio arqueológico de Cacaxtla.  Todo esto lo vimos, a simple vista, con el telescopio de un Tránsito y unos vinoculares 20x50.

Y todo esto se puede decir así, tan tranquilamente como si cualuqier cosa, porque, a saber cuál fenómeno resultaba más importante aquí, si el aterrizaje de un OVNI, o si la presencia de un mundo de gente que se reunía todas las noches a presenciar el evento; y entre este, estuvimos nosotros, con otras amistades de trabajo y nuestras familias invitados por el compañero a ver ese espectáculo.

Hacia las 22:00 h tomamos nuestros automóviles y nos trasladamos a un poblado cercano, y en él a un descampado utilizado como capmpo de futbol.  El asunto ya llevaba muchos días ocurriendo, de modo que a esas horas de la noche llegamos a aquel valdío, pero como si a lo que llegásemos fuese a una feria regional…, ya sabrán, vendimia de todo, el bullicio, y el campo de futbol, utilizado como estacionamiento.

Llegamos a tiempo, no sólo encontramos buen lugar en el “estacionamiento”, sino pudimos presenciar más completamente el fenómeno en su parte psicosocial.  Instalé el tránsito, y nos dispusimos a esperar.  Hacia las 23:00 h, cesaba el bullicio, los tendales de puestos de vendimia apagaban su alumbrado, los automóviles que llegaban tarde eran conminados a apagar sus luces, todo el mundo guardaba silencio y permanecía expectante con la vista puesta como si mirando haca la Estrella Polar, montados telescopios, cámaras fotográicas y de videograbación, tanto de aficionados como de investigadores profesionales.  No sabría calcular la cantidad de gente, pero podrían contarse por cientos.

Y al primer destello de una pequeña luz azulosa, alguien decía: “¡ahí está!”, señalaba, y todas las miradas se dirigían al punto.  En un silencio absoluto, todo el mundo comenzaba a seguir su trayectoria.  Visto al telescopio, sin filtros, una luz esférica blanco-azulosa impenetrable.  El trayecto final visto con binoculares: un disco negraseo enorme, que se posaba en el fondo del Valle de Cacaxtla.

El OVNI, literalmente dicho “OVNI”, fialmente aterrizaba, y entonces el sentir de la gente era ir hacia él, por más que los lugareños nos decían que a donde había aterrizado, era muy lejos.  La solución, entonces, era ir a él en los automóviles por las brechas, para ese momento, ya media noche.  Nosotros estuvimos ahí una vez, pero todos los días se repetía el mismo fenómeno combinado del OVNI, y la respuesta social a ello.

Como muchos otros, tomamos los automóviles y nos metimos a las brechas.  Pasó algo muy curioso, llegamos a donde suponíamos podía haber aterrizado, más aún que entre la alta milpa se vía una luz.  Descendimos de los vehículos, y decidimos adentrarnos en el sembradío, en lo que esposas e hijos permanecieron en el lugar de los automóviles.  Y al adentrarnos en el sembradío, luego de un tiempo convergimos en donde estaba el resplandor…, pero resultó ser la luz de otro automóvil en el extremo opuesto, quienes pensaron lo mismo de las luces de los nuestros.

Pero cuando regresamos a donde las familias, resultó que éstas estaban un tanto alteradas, pues nos narraron que vieron salir velozmente unas luces del centro del sembradío, cosa que los demás no vimos.  En todo ese lapso, habrían transcurrido unas dos horas, serían las 2:00 h de la madrugada; nos convencimos de la lejanía (de qué tamaño tendría que ser ese disco aterrizando ahí para verse enorme y a esa distancia), y decidimos regresar; y para nuestra sorpresa, esparcidos por todas partes, por los sembradíos, por el campo, en el valdío usado como campo de futbol, la gente permanecía en grupos, sentados, platicando como si fuese un domingo de día de campo a las diez de la mañana.  Esto es, a saber, en este fenómeno, que es realmente lo más significativo, si el fenómeno del OVNI en sí, o si el fenómeno psicosocial asociado a aquel.

Pasaron los días y entonces tuvieron lugar los ahora históricos programas de TV: “Y Usted qué Opina?”, del conductor del mismo, Nino Canún.  Y entonces, en ellos, afloró lo que se había sembrado una década antes: la  formación de, por lo menos, dos grupos: 1) el de Jaime Maussan-Vigilantes, formando el bando de los creyentes en la realidad del fenómeno como extraterreste; y 2) el de antiguos participantes de la revista “Contactos Extraterrestres”, formando el bando de los escépticos, con Héctor Chavarría, Luis Ruíz Noguez, Héctor Escobar, et al.  Donde el primero, publicaba ahora la revista “Perspectivas Ufológicas”; al tiempo que Zitha Rodríguez lo hacía con la revista, “Reporte OVNI” (62 números, quincenal); y Oscar García, con la revista “Contacto OVNI”.

Pero ya toda esa etapa se dio en medio de ese adentrarse, desde 1993, en la crisis económica de 1994-1995, que marcaría el resto de la decada.  Hector Escobar nos ha dejado la breve narrativa histórica entre 1970 y 1991.  Ahora nosotros hemos agregado, por lo menos, la narrativa de los hechos con que dio inicio la nueva etapa, y el comentario de que en esa década de los años noventa, a nuestro parecer, ya sólo dominó en el escenario de la investigación periodística, Jaime Maussan y una sucesión de grupos de colaboradores, algunos de los cuales luego comenzaron a trabajar independientemente figurando en la actividad pública de la investigación, en lo que otros más lo continuaron haciendo reservadamente.  Una historia detallada de esas décadas de los noventa y la profusa actividad de la década de los dosmil, como merecería exponerse, la desconocemos porque no hemos sido parte actuante en ella, ni hemos tenido el cuidado de compilar los hechos.  Pero ya como parte actuante en esta útima década, particularmente ya de manera decidia en su segundo lustro, contribuiremos a esa historia por hacerse para esta etapa, con la parte de nuestra propia experiencia en ese contexto general; que ya trataremos en otro artículo diferente.

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