lunes, 28 de marzo de 2011

Protocolo Exopolítico (2/)

Protocolo Exopolítico (2/)
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
“Identificados”, Revista de Exopolítica.
http://identidadexopolitica.blogspot.com/
La Tierra; 1 (φN, λW); 31 mar 11.

Conocemos acerca del otro, sea producto de la ficción que así los ha imaginado y de alguna manera nos prepara para su posibilidad real, o sean hechos reales y complejos de difícil aceptación por el común de la gente; tenemos una idea de su posible comportamiento y tecnología, sean extraídas de las páginas de ciencia-ficción, o bien de sujetos y “naufragios” reales.  Al respecto de su comportamiento, por ejemplo, hay varias hipótesis: 1) la Hipótesis de la Contemplación, por civilizaciones que quieran permanecer ocultas; 2) la Hipótesis Ecológica, de la no-interferencia; 3) la Hipótesis del Horizonte Mental, son civilizaciones muy avanzadas, para las cuales los terrestres somos unos salvajes; 4) la Hipótesis de la Inmadurez, por la que quizá exista una red de comunicación intergaláctica, pero a la cual nuestra civilización aún no accede por su escaso desarrollo; 5) la Hipótesis Zoo, somos una civilización preservada por otras más avanzadas; 6) la Hipótesis de la Desconfianza, somos una civilización peligrosa.  En estas hipótesis, en su mayoría no tiene objeto un protocolo de encuentro, cuando ese comportamiento presupone el no-encuentro.  Pero ahí en donde hay un dejo de condicionalidad, ahí donde la posibilidad del encuentro se producirá en la medida de nuestro avance como civilización, en esa medida el Protocolo de Encuentro tendrá que ir siendo.

Pero podemos plantear ahora, la que llamaríamos, 7) la Hipótesis de la Exploración, por la cual hemos estado siendo estudiados por parte de otra (u otras) civilización (proceso que a su vez ha implicado el someterse por su parte a su vez, como objeto de estudio nuestro), a fin de establecer el encuentro en el momento propicio sin consecuencias adversas.  Aquí habría la deliberada, pero calculada intervención (y este proceso pudiera tener ya varios siglos de estarse dando); pero en esta hipótesis, a su vez, en la cual hay un acto consciente de conocimiento por ambas partes, opera ahora un poderoso factor que irrumpe en ese desarrollo natural y paulatino: el riesgo de extinción de nuestra especie por propia autodestrucción.  Ello, necesariamente, en ese acto de conciencia, bien pudiera forzar, e incluso estar forzando, el proceso de encuentro, y en esa proporción, se hace necesario forzar las condiciones del Protocolo; las que, por supuesto, implicarán condiciones altamente complejas al violentarse el proceso natural.  En esta hipótesis se juegan otras variantes posibles: la de varias civilizaciones no-humanas, entre las cuales hay lo mismo benévolas, que hostiles, y por ello, entre ellas mismas habría, de algún modo, conflicto; lo cual exponéncia la complejidad del problema.

Si como especie humana hemos de enfrentar un encuentro con otra civilización inteligente desconocida, no-humana, incluso muy probablemente con un desarrollo superior o más evolucionado; es del todo evidente que por lo menos se dan dos escenarios posibles con una diversidad de ulteriores variantes. 1) enfrentar la situación como una sociedad humana única, independientemente de nacionalidades o características de Estado; o 2) enfrentar la situación como una sociedad humana en conflicto consigo misma, no sólo por diferencias entre Estados, sino, peor aún, por diferencias entre naciones.  Y la historia de los pueblos americanos en su encuentro con la civilización europea, es muy representativa de ese panorama.

Y sin embargo, no hay un Protocolo de Encuentro ampliamente conocido, si es que alguna institución de gobierno a algún nivel lo haya procesado (sólo recientemente se ha dado a conocer una serie de breves mediadas a tomar en caso de tenerse conocimiento de la recepción de un mensaje de otra civilización, pero no se considera el arribo de facto de otra civilización).

Esta limitación, de ser, nos pone en la situación de tener que tratar con el otro en la práctica, sobre los hechos, básicamente en el absurdo del ensayo-error.  Pero si, por el contrario, tal Protocolo existiera con esas consideraciones, pero de manera aún reservada por instancias de gobierno, tendríamos que esperar que, además, contenga las medidas respecto a informar y disponer a la población mundial.

Pero no sólo tendremos que confiar en que tales medidas estén previstas, sino en que la población las asimilará tan normalmente, y más aún que procederá conforme ellas y no habrá quién, ni en lo individual, ni mucho menos en lo colectivo de grupos o fracciones sociales, se tome iniciativas unilaterales.  Tendremos que confiar en que los gobiernos disímbolos que nos representan, actuarán, no conforme ningún interés mezquino de clase social, de credo, de etnia, o ideología filosófica y política.  Esto es, que tendrán un elevado concepto de la condición y naturaleza humana.

De nos ser así, el arribo del otro, provocará una agudización de nuestras diferencias, y los distintos intereses complicarán el encuentro sin poder impedir consecuencias negativas para la especie humana.  El problema del encuentro con otra civilización, no necesariamente tiene que ver con la posible naturaleza hostil de ésta que en un acto invasivo provoque nuestra extinción abrupta; el simple encuentro, así sea con la civilización más benigna (así sea incluso con los deíficos “Seres de Luz”), en las actuales condiciones de la sociedad humana, implica un alto riesgo de acontecimientos que precipitarían su extinción en corto plazo.  Elaborar el Protocolo de Encuentro, entonces, no sólo es resolver un problema teórico acerca de la posibilidad, sino, esencialmente, reflexionar y resolver un problema fáctico acerca de la organización y filosofía de la vida de la sociedad humana misma.

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